Núm. 2 (2012): Diversidad II
Diversidad II

En los últimos meses he tenido la oportunidad de viajar por otras regiones de nuestro país para realizar un diagnóstico de la situación, condición y posición de los géneros y las generaciones en organizaciones rurales. Muchos han sido los aprendizajes obtenidos. Me causó especial impacto ver la forma en que viven las y los jóvenes, escuchar sus expectativas y reconocer la escasa visibilidad que tienen sus propuestas en los movimientos sociales y las políticas gubernamentales.

Hay una ruptura intergeneracional propiciada por los adultos porque no hemos dado continuidad o creado espacios para el diálogo con los jóvenes; las políticas neoliberales, la globalización y la brecha tecnológica son sus causas fundamentales. Una opinión generalizada del poder adulto es que la juventud no quiere compartir los espacios colectivos “tradicionales” como la familia, la plaza, la iglesia, los centros deportivos y culturales. Lo cierto es que la generación adulta fue la primera en abandonar esos espacios debido a una vida más sedentaria, la multiplicación de las jornadas de trabajo o la inseguridad. Este individualismo poco a poco ha erosionado las instituciones y los espacios comunitarios. Los gobiernos en general han mostrado también poco interés y continuán viendo en muchas de las expresiones juveniles prácticas delictivas que han de reprimirse.