Conjeturas sobre la identidad de los santos tzeltales

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Pedro Pitarch1

Resumen
En este trabajo se propone una interpretación de la identidad de los santos tzeltales (en la región de los Altos de Chiapas, México) desde la perspectiva del concepto indigena de persona. Partiendo de la concepción que los tzeltales tienen de la persona, como un compuesto homo- géneo en su vertiente exterior y heterogéneo en su vertiente interior, aquí se explora la posibilidad de que los santos tzeltales representen una inversión de este modelo. En tal caso, la imagen de los santos descubriría aquello que en los seres humanos se encuentra oculto en el interior del corazón, esto es, sus almas. Esta posibilidad se explora a través de très campos principales : la imagen de los santos que se encuentran en el interior de la iglesia, la narrativa sobre los santos y la función de los santos en los textos terapéuticos chamánicos.

Introducción
Dicho de una manera esquemática, los tzeltales conciben el ser humano como una entidad relativamente homogénea en su faz externa y sumamente heteróclita en su vertiente interna. El cuerpo, su forma visible — lo que el resto de las personas puede ver de uno mismo — debe ser idealmente homogéneo, un todo bien conjuntado, articulado y completo. Pero sobre todo un cuerpo debe distinguirse lo menos posible de los demás ; idealmente, los movimientos y actitudes del cuerpo, la indumentaria, el habla son casi uniformes. La cultura tzeltal invierte un énorme esfuerzo en procurar que los rasgos individualizantes sean suprimidos, allí hasta donde sea posible, en beneficio de la identidad exterior de los cuerpos. Es significativo que la gran mayoria de los apodos, los cuales tienen un carácter burlón y con frecuencia denigrante, fijen su atención justamente en rasgos idiosinerásicos que guardan relación con los gestos, las particularidades del habla о la forma de llevar la ropa.

En una perspectiva tzeltal, el cuerpo, en lugar de ser algo dado desde el nacimiento, es un producto de la vida social. Sólo a una edad avanzada — una vez que un hombre o una mujer han sobrepasado los cuarenta o cineuenta aňos — es posible considerar que se haya alcanzado un grado de desarrollo corporal suficiente, lo que equivale a decir un lugar social y una calidad ética aceptables. El término tzeltal que designa a una persona mayor, к’ o tem (del verbo k’ot, « llegar ») significa « terminado », « completo », es decir, con un cuerpo al fin formado. El etnónimo que se aplican a si mismos los tzeltales, batz’il winik (« nombres verdaderos », « hombres genuinos »), debe interpretarse en este sentido, como el de seres que han llegado a ser auténticos humanos, en el sentido de que su cuerpo se comporta como un cuerpo socialmente correcto.

Por el contrario, el interior de la persona se caracteriza por su heterogeneidad. Este « interior » es fundamentalmente el corazón, que aloja tres tipos de « aimas », que a su vez son múltiples. Asi, una persona tiene (es) como minimo tres almas y como máximo diecisiete. El repertorio de almas posibles es amplisimo. Una de ellas — el ch’ulel — posee la forma del cuerpo humano que la aloja en su interior. La otras — los lab, es decir, lo que se conoce en español como « nahuales » — pueden ser animales de toda especie (felinos, aves, insectos, roedores, animales fluviales cuya cabeza es un instrumento metálico, ganado), fenómenos atmosféricos, o criaturas de aspecto humano (pero que no son indígenas, sino personajes propios de los últimos cinco siglos de historia de la región tales como sacerdotes católicos, escribanos reales, maestros de escuela, rancheros, etc.). Todas estas almas están presentes en el corazón y también copresentes en el mundo de afuera, alli donde por sus caracteristicas y hábitos les corresponde : la selva, las montañas inaccesibles, la atmósfera o los ríos у lagunas (Pitarch 1996, pp. 32-84).

El común denominador de estos seres es que no son indígenas ; en buena medida representan la antítesis del si mismo tzeltal (tal y como este se elabora en el cuerpo). En tzeltal, este conjunto de entidades anímicas se denomina talel, que significa el carácter о forma de ser de una persona, por que las almas son las responsables de los rasgos idiosincrásicos de cada persona. Pero traducido literalmente, talel es « aquello que viene dado ». Esto es por que las almas, en contraste con el cuerpo, existen totalmente formadas desde el momento del nacimiento y no sufren ninguna modificación a lo largo de la vida individual.

La consecuencia de esto es que el interior de la persona varia radicalmente de un individuo a otro ; dificilmente el interior del corazón de dos tzeltales puede coincidir en los mismo seres que allí residen. Lopez Austin, refiriéndose al concepto de persona mesoamericana de forma general, ha resumido elegantemente esta condición de la manera siguiente :

« Lo que pudiéramos entender como aimas de los seres mundanos son verdaderos complejos, composiciones de elementos heterogéneos que hacen de cada individuo un ser diferente […] Esto hace que los seres mundanos tengan su historia dentro. Cada ser, más alla de la clase, es un individuo con pasado propio. Y más que un individuo, es un cambiante microcosmos sumergido en el devenir. Todo se encuentra en el complejo de sus entidades anímicas. Su interioridad invisible es un verdadero mosaico de esencias » (López Austin 1994, p. 35).

Estamos empezando a descubrir cómo, en las culturas indígenas mesoamericanas, la persona es concebida como un pliegue del afuera. En el estado prenatal, el feto, según se piensa en Cancuc, se encuentra, por así decir, del revés. Mientras el niño permanece en el vientre materno, sus almas se encuentran « fuera », en contacto con la placenta. Un indicio relativamente fiable para descubrir el tipo de almas del recién nacido consiste en buscar las huellas que estas han podido dejar impresas en la placenta (la pata del felino, el dibujo zizagueante del rayo, etc.). El nacimiento es un momento de pliegue por el cual las almas que se encontraban fuera quedan aprisionadas en el corazón. De modo que a lo largo del periodo de vida individual el cuerpo retiene en su interior fragmentos del afuera y del pasado, hasta que con el fin del cuerpo, momento de despliegue, el contenido del corazón es devuelto al mundo. ¿Qué relación guarda esta composición personal con la naturaleza de los santos tzeltales ? Mi argumento en este trabajo parte de la siguiente conjetura : al igual que sucede con el feto durante el embarazo, los santos se encuentran del revés. La imagen de los santos es la imagen extravertida de un ser humano ordinario. El interior se encuentra en el exterior y viceversa, como si los santos fueran una piel dada la vuelta (al menos parcialmente) de tal modo que muestran aquello que entre los seres humanos ordinarios se encuentra oculto dentro del corazón. Intentaré explorar esta posibilidad a través de tres contextos : la imagen física de los santos que se encuentran en la iglesia, la narrativa sobre ellos y, finalmente, su caracterización en las oraciones chamánicas de curación.

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Departamento de Historia de América II (Antropología de América), Universidad Complutense de Madrid, Ciudad Universitaria s/n, 28 040 Madrid.

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